Siempre fui denominado fenómeno, pues resulté ser muy diferente al resto de la gente, así que si nombro algo extraño no os sorprendáis.
Un 17 de febrero, del año 2074 abrí mis ojos por primera vez con memoria, pero con cuatro años ya cumplidos; siempre consideré tal fecha el día de mi nacimiento, pues mi memoria era la única que funcionaría para darme tales datos, y ese día comenzaron mis días para mi. Pero ojo, que se perfectamente que no nací ese año, no me tomen por menor.
¿Porqué no preguntar a mis padres? Pues por el simple hecho de que al parecer tenían problemas mucho más importantes que lidiar con un fenómeno, así que es comprensible que me abandonaran. ¿Pero no podrían tal vez, al menos haberme dejado en un orfanato, o siquiera dentro de una caja en la calle? Pero no; era mucho gastar esfuerzo en hacer tales acciones para el cuidado de un fenómeno como yo. Mis ojos decidieron por abrirse mostrando que no solo me encontraba solitario, si no que estaba nada mas y nada menos que en un bote de basura público, con el cuerpo dolorido y sin tener la capacidad ni el conocimiento para salir de allí. En ese desastroso primer día de memoria, no sabía hablar o caminar, por lo que me era imposible salir. Pero este miserable trozo de basura sin conocimientos que para otros eran básicos, descubriría entre tantos desechos que era un despreciable monstruo súper-desarrollado; no en el sentido literal, claro… pero parecido. Extrañamente, podía razonar mi situación, y si bien no podía decirlo oralmente, siempre podía pensarlo. Mi mente era un preciado libro que no estaba listo para ser aceptado por la sociedad jamás.
Sólo en ese basural, aprendí desde aquellos movimientos básicos que antes desconocía hasta levitar… si, dije eso; levitar. Pero no era solo eso, ya que mi mente me abría un sendero a un inmenso conocimiento; los objetos se movían a mi disposición, podía saber qué tan igual sería el mañana, así como las noches eran más oscuras de lo normal. Telequinesis, clarividencia, levitación, umbraquinesis… un millar de habilidades psíquicas se encontraban a mi disposición, y yo tirado en un basural con unos harapos encima. Y díganme, ¿era eso justo? Bien, no me importa tu opinión, para mi no lo era. Aun así, como niño bueno que resulté ser, y ante el hecho de no saber controlar mi habilidad por completo, me abstuve a usarlas.
Sólo era un trozo de basura en el montón, después de todo. Así era, hasta que ellos llegaron… dos científicos habían ido al basural para desechar las drogas que usaban para sus experimentos, y no se si llamarlo mala fortuna, coincidencia o destino, pero casi por accidente me descubrieron levitando para perseguir una inmunda mariposa. Sus ojos estaban abiertos como platos al verme, dejándome acabar de asumir que mi habilidad no era algo precisamente normal; me miraron de pies a cabeza, poco mas y me olfateaban también. Ellos me ofrecieron techo y aceptación, una gran oportunidad se me presentó, pero… de haber notado lo feliz que era en ese basural en comparación con lo que me esperaba, no la hubiera aceptado.
Si creía que mi vida ya era un fiasco, el mundo se convirtió en el infierno mismo, o peor, en ese laboratorio, borrando por completo la leve, pero diaria, sonrisa de mi rostro. Dejé de ser un desecho para convertirme en un asqueroso conejillo de indias.
Súper-desarrollaron mi habilidad mental, experimentando con todo tipo de sustancias en mi, para que me deshiciera de los efectos secundarios con mis dotes de psíquico. Los pigmentos dejaron de llegar a mí, acabando con el color de mi existencia, debido a un experimento fallido que fue probado muchas veces en mí. Debido a este hecho, me hice albino, y por lo tanto mis ojos acabaron por volverse rojos. Ya no recuerdo cuales eran mis rasgos originalmente, pero los perdí, convirtiéndome hasta en colores en todo un conejillo de indias.
Día tras día, todas las noches, todo tipo de atrocidades pasaron sobre mí, refregándome en la cara mi mala decisión al acceder el acompañar a los científicos locos. Un objeto de prueba, un experimento, el mayor proyecto que la ciencia pudo llevar al cabo… sólo era eso, el juguete que ellos utilizaban para quitarse sus dudas. Pero la historia de este conejillo de indias recién empieza, no te ilusiones, que tienes mucho que leer aun.